El Padre Sojo
(Sábado, 17 de Enero de 1739)
El 17 de enero de 1739 nace en una hacienda cerca de Guatire el Padre Pedro Sojo, cuyo verdadero nombre era Pedro Ramón Palacios Gil. Su hermano fue Feliciano Palacios, abuelo materno del Libertador. Fundó la Congregación del Oratorio de San Felipe de Neri.
Exagera José Antonio Calcaño al atribuirle «la obra más grande del mundo musical en toda la América de entonces», creíble sólo si es cierto que, como él mismo dice, «más de treinta compositores y más de ciento cincuenta ejecutantes forman el balance final de sus actividades. Por esto ocupa el padre Palacios y Sojo en nuestra historia musical el alto sitio de un verdadero patriarca del arte».
No es para tanto, pero lo que si es innegable es su contribución a la educación, al fortalecimiento de la fe cristiana a través del Oratorio y a la difusión de la música, que era, en verdad, una de sus grandes pasiones.
UN POCO DE HISTORIA
El 28 de abril de 1769 zarpó de La Guaira, rumbo a España, un buque con sus blancas velas abiertas a la brisa del Caribe.
Cosa muy arriesgada era emprender en aquellos tiempos un viaje hasta el viejo mundo. Los buquecitos eran pequeños, navegaban a la vela y tardaban más de un mes en las condiciones más favorables, pues a veces duraba el viaje mucho más. Los naufragios eran frecuentes, pues no tenían las naves medios eficaces para hacer frente a las tormentas de alta mar. Todavía en el siglo XVIII quedaban algunos corsarios y piratas que capturaban a pasajeros y tripulantes para venderlos como esclavos en los países musulmanes, o para exigir elevado rescate por su libertad. De aquí que era muy frecuente por aquellos años, hacer testamento antes de embarcarse, y tomar la sagrada comunión.
El buque zarpó de La Guaira llevando entre sus pocos pasajeros a un joven sacerdote de 30 años de edad, ordenado hacía algo más de 6 años. Se llamaba Don Pedro Palacios y Sojo y era hermano de Don Feliciano Palacios y Sojo, quien a su vez fue abuelo de Simón Bolívar.
Al Presbítero Don Pedro Palacios y Sojo lo llamamos hoy, familiarmente, el Padre Sojo, pero él firmó siempre con los dos apellidos Palacios y Sojo. Había nacido el 17 de enero de 1739 en la casa de Doña Isabel Madrid, cercana a la "Hacienda Sojo", propiedad de la familia en las cercanías de Guatire. A los diez y seis días de nacido, fue bautizado en la iglesia de Santa Cruz de Pacayrigua, aunque le habían echado las aguas anteriormente, "por caso de necesidad". Se llamaban sus padres Don Feliciano Palacios y Sojo y Doña Isabel Gil de Arratia. La familia vivía en Caracas y era de las principales de la capital. Fue en Caracas donde nacieron todos los muchos hermanos del Padre Sojo.
El viajero, mientras contemplaba el silencioso mar de abril, del que a veces salían como flechas plateadas algunos veloces peces voladores que se clavaban luego en el azul, revolvía en su mente los importantes proyectos que había concebido. El Padre Sojo tenía un carácter enérgico, y resuelto; era infatigable en sus empeños y acostumbraba realizar cabalmente todo lo que emprendía. Pertenecía a la congregación de San Felipe Neri, orden religiosa que tenía en Europa la hermosa tradición de cultivar, junto a las disciplinas religiosas, diversas formas de arte, en especial la música, de la cual era devoto desde su infancia el Padre Sojo.
San Felipe Neri había sido un hombre excepcional en su piedad y en su cultura. Una leyenda mística nos cuenta que un día, mientras rezaba fervorosamente, descendió hasta él un globo de fuego que le penetró con el aliento hasta aposentársele en el corazón; desde entonces tuvo acelerado el latido y alta la temperatura de la sangre. Diecisiete años más tarde, en 1551, fundó su primer Oratorio, en la iglesia de San Girolamo della Caritá. Su interés cultural lo llevó a organizar lecturas colectivas de los evangelios, en las que cada clérigo representaba un personaje, y recitaba las palabras que a éste asignaba la escritura. Con el tiempo fue introduciéndose la música en estas lecturas, y en vez de los recitados se escuchaban cantos. Así se originó el género musical llamado Oratorio, nombre que se le aplica, precisamente, por ser ese el de los conventos de los neristas. En aquel mismo siglo XVI en que el genio del Renacimiento inventaba a cada paso nuevas formas de arte, algunos de los más grandes compositores italianos escribieron Oratorios. Emilio del Cavaliere, Giovanni Carissimi, Antonio Caldara, Alejandro Scarlatti y Alejandro Stradella figuraron entre los primeros.
Ahora, dos siglos más tarde, seguían los neristas el camino valioso que les había trazado San Felipe, y las casas de la Congregación estaban llenas de música.
Al sumarse el Padre Sojo al cultivo de este arte, no hacía otra cosa que continuar una tradición de su propia familia, en la cual había buenos aficionados. Se había propuesto fundar en Caracas un Oratorio de su Congregación. Ya había emprendido gestiones para lograr la autorización necesaria. Para esto necesitaba una licencia del Rey, y al buscar en su mente una persona que pudiera gestionar la obtención de esa licencia en Madrid, pensó dirigirse al Marqués de Ustáriz. Fue este un acierto del Padre Sojo. En efecto, Don Luis Gerónimo de Ustáriz ocupaba una posición importante en el gobierno de la península y ayudó siempre a los venezolanos. Había nacido en Caracas en 1735, hijo de Luis Gerónimo de Ustáriz y Doña Melchora Tovar. Este Luis Gerónimo, el padre, fue el fundador de esa ilustre familia en Venezuela. Había llegado a Caracas en setiembre de 1730 y era sobrino del ilustre Don Gerónimo de Ustáriz, Secretario de S. M. en el Consejo de Indias, quien fue autor del libro "Theórica y Práctica del Comercio y de la Marina". Un hijo de éste, y por lo tanto primo del primer Luis Gerónimo, fue quien obtuvo el título de Marqués, que le fue concedido por Carlos III, cuando era Rey de Nápoles. Este Marqués de Ustáriz, de nombre Casimiro, murió sin sucesión, pasando el título a su primo Luis Gerónimo, el caraqueño, el amigo del Padre Sojo.
Nuestro Marqués desempeñó algunos cargos importantes, cómo las Intendencias de Córdoba y Badajoz. Allí recibió la visita del joven Francisco de Miranda, y años más tarde hospedó en su casa a Simón Bolívar, cuando éste, que sólo contaba entonces 16 años, visitó a España por primera vez. El sabio Marqués de Ustáriz orientó los estudios del joven Simón, y eligió por sí mismo los maestros que lo habían de guiar. Fue el mismo Marqués quien dio al ilustre Humboldt cartas para sus parientes y amigos de Caracas. Cuando, mucho más tarde todavía, se produce la entrada de los franceses en España, el Marqués toma parte activa contra los extranjeros, y llega a formar parte del gobierno de Sevilla. Falleció Don Luis Gerónimo de Ustáriz en 1809.
Don Luis Gerónimo realizó para los neristas caraqueños las gestiones apropiadas y obtuvo la licencia del Rey. Necesitaba ahora el Padre Sojo, para establecer el Oratorio Nerista en Caracas, la aprobación final del Papa. Con este fin se dirigía a Europa, a la vez que deseaba entrar en contacto con los neristas del Viejo Mundo. Además de todo esto, se barajaban en su mente algunas ideas no bien definidas todavía, que se relacionaban con la música de Caracas.
Un viaje apacible por las inmensas soledades de un oloroso mar de primavera, favorece en los espíritus que practican la contemplación. la concepción de nuevas ideas y nuevos proyectos. Así, en el lento correr de días y semanas bajo aquel cielo desplegado y luminoso, entre el ocio forzado de abordo, iría tomando cuerpo en la mente del Padre Sojo la idea de establecer, como rama secundaria de las actividades neristas, una escuela de música en Caracas.
Una vez en Europa viajó por España y por Italia. El 4 de diciembre de ese mismo año de 1769, firmó el Papa Clemente XIV la Bula necesaria para la fundación de la Congregación caraqueña. Fue en Roma también, donde el Padre Solo posó durante largas horas para que pintaran su retrato.
Ya con sus proyectos musicales mejor definidos, adquirió partituras e instrumentos para su futura escuela.
MAS HISTORIA
Desde niño dio muestras Pedro Ramón Palacios y Sojo de su interés por el estudio y de su inclinación a las prácticas religiosas. Asistía a los ejercicios nocturnos que se efectuaban en Catedral, en la capilla de San Pedro, y también a los que se practicaban en los conventos de San Francisco y de Santo Domingo.
En el año de 1761 solicitó la autorización necesaria para ingresar a la carrera eclesiástica. Era por entonces Provisor y Vicario General el Presbítero Lorenzo Fernández de León, hermano del futuro Marqués de Casa León, a quien se dirigió Palacios y Sojo y le envió también la documentación requerida; legitimidad, limpieza de sangre, certificado de buenas costumbres, etc.
A los dos meses de haber comenzado sus estudios religiosos, pidió su admisión a las órdenes siguientes, "a la primera tonsura y cuatro grados".
A los ocho meses de su ingreso, solicitó el subdiaconado, después de haber invertido tres mil pesos para obtener el título de una Capellanía.
Su avance en la carrera eclesiástica fue rápido, pues apenas seis meses después de llegar al subdiaconado, solicitó las órdenes mayores y fue hecho Diácono el 5 de junio de 1762, y para diciembre del mismo año el Obispo Diez Madroñero aceptó la solicitud del Padre Sojo para ser ordenado Presbítero.
Así, en menos de dos años, y a los veintitrés de edad, terminó Don Pedro Palacios y Sojo sus estudios eclesiásticos.
FUNDACION DE LA ACADEMIA DE MUSICA
Aproximadamente, en el año 1784 logra el Padre Sojo fundar su anhelada Academia de Música. Proyectaba el Padre Sojo organizar una buena escuela en Caracas. Las tocatas musicales que como recreación se efectuaban en la huerta de la esquina del Mamey y en la Floresta, estarían mejor dispuestas, y en la propia sede de San Felipe Neri fue fundado el grupo musical. Entre los músicos caraqueños escogió el Padre Sojo a Juan Manuel Olivares para que fuera el organista de San Felipe y el Maestro de la escuela.
Acertado anduvo el Padre Sojo al escoger a Olivares, pues el joven Juan Manuel, que contaba unos 24 años, tenía una sólida preparación en las varias ramas de la técnica musical. Poseía además, dotes naturales para la enseñanza y llegó a promover certámenes entre los alumnos que produjeron considerable estímulo.
Comenzaron a acudir a las clases de San Felipe Neri algunos muchachos, caraqueños en su mayoría. Con Olivares fueron aprendiendo las primeras rutinas del oficio: la teoría de música, el solfeo. Más tarde fueron adentrándose en otros conocimientos. Algunas veces el propio Padre Sojo prestaba valiosa contribución a la formación de los alumnos.
En los quince años que más o menos duró la Academia de San Felipe salieron de allí algunos de los más grandes músicos que hemos tenido.
El más celebrado entre ellos fue José Angel Lamas. Otros distinguidos discípulos de la Academia del Padre Sojo fueron Cayetano Carreño, Juan José Landaeta, Lino Gallardo, Juan Meserón, José Izaza, Atanasio Bello Montero, Marcos Pompa, Pedro Pereira, Mateo Villalobos, Dionisio Montero..............y muchos más.
EL FIN DE LA ACADEMIA DE MUSICA Y DEL PADRE SOJO
Al anochecer del primero de marzo de 1797, falleció el primer y principal maestro de la Academia, el músico Juan Manuel Olivares, que contaba con 37 años de edad.
Ha debido ser este un rudo golpe para el Padre Sojo, pues además de la admirable labor que desempeñaba Olivares al frente de la Academia, sentía el Padre Sojo un aprecio personal muy alto por el ilustre compositor y a la vez desde el inicio de la Academia fue también el organista designado de San Felipe.
En Mayo de 1798 y de acuerdo con la licencia del Rey, procedieron los neristas, por primera vez desde su fundación, a efectuar elecciones libres para designar Prepósito, Diputados, Confesor y Secretario. Resultó electo Prepósito el Presbítero Don Pedro Palacio y Sojo, como en toda justicia le correspondía por ser el verdadero fundador y principal sostenedor de la Congregación.
Al año siguiente se resintió seriamente la salud del Padre Sojo, lo que lo indujo a firmar el 17 de junio de 1799 su testamento, según el cual legaba a Juan José Landaeta «el violín y la viola que tiene en su poder», y a Lino Gallardo el violoncello.
En las semanas que siguieron fue agravándose el paciente, y falleció en el mismo año de 1799, probablemente en el mes de Julio. Sus restos fueron sepultados en la iglesia del Oratorio.
El Padre Sojo había hecho por el arte de Venezuela una obra incomparable sin paralelo en nuestra historia. La creación de todo ese movimiento, la fundación de una tradición musical venezolana, el estímulo poderoso para la producción de partituras imperecederas, fueron la obra principal del Padre Sojo. Ocupa él en la historia de nuestra cultura uno de los sitios más altos y más llenos de gloria.
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