EL SALTO ANGEL (CHURÚM-MERÚN)

Shurúm-Merún

LA AVENTURA DE JIMMY ANGEL

El 9 de octubre de 1937, sobre la meseta de Auyantepuy (2.460 m), el aviador norteamericano Jimmy Angel, en compañía de su esposa María, Gustavo Heny y Miguel Delgado, realizó a bordo del «Flamingo» (NC-9487) el famoso aterrizaje que marcó hito en la historia de la aviación en Venezuela.

Un poco antes, Jimmy, acompañado del sargento técnico García, había descubierto al sobrevolar el Auyantepuy el salto de mayor altitud en el mundo y que luego se bautizó con el nombre del aviador norteamericano: Salto Angel. Este nuevo intento de aterrizaje en la altiplanicie del Auyantepuy, para explorar el territorio y buscar oro, es la imagen del alma aventurera de Jimmy. No encontraron lo que buscaban, pero alcanzaron la gloria. El descenso a pie fue lento y penosísimo.
El Salto Angel o el Churúm-Merún (como es llamado por los indígenas) se encuentra ubicado al sureste de Venezuela, situada en el río Churún, afluente del Carrao. Es la catarata ininterrumpida más alta del mundo, quince veces mayor que las cataratas del Niágara; su caída es de 972 m desde la mesa de Auyantepuy, en las selvas del macizo de las Guayanas. Se encuentra dentro del Parque nacional de Canaima.

En realidad, Ernesto Sánchez La Cruz fue el verdadero descubridor del Salto, quien al verlo, levantó un plano topográfico del lugar y lo consignó en la Casa Blohm de Ciudad Bolívar.

BREVE RESEÑA SOBRE LA EXPLORACION Y DESCUBRIMIENTO

Angel realizó innumerables vuelos por su propia cuenta. En uno de ellos y llevado de acompañante a un Sargento Técnico de apellido García, en momentos en que sobrevolaban el cerro Auyantepuy, que era la región que más atraía a Jimmy, observaron por primera vez la caída de agua que hoy lleva su nombre: Salto Angel, y quedando impresionados por su altura.

Este descubrimiento de Jimmy fue comentado a su regreso, y la magnitud del salto, fue corroborada por otras personas, incluyendo al señor Shorty Martin, geólogo y topógrafo que estaba haciendo exploraciones y levantamientos en esa zona, y quien se había hecho gran amigo de Jimmy, a quien conoció en el Campamento de Kamarata, en el mismo estado bolívar.
Shorty y Jimmy decidieron levantar un mapa del Auyantepuy, y con tal fin, sobrevolaron el borde del cerro haciendo las anotaciones de acuerdo al rumbo, velocidad y altura. Por el altímetro del avión estimaron que el salto tenia casi 1.000 metros de altura, lo cual lo convertía en el mayor del mundo. Esto fue ratificado años después por una expedición, al ser medido con exactitud.

¿POR QUE SE LE BAUTIZO "SALTO ANGEL"?

El nombre que hoy lleva "Salto Angel" surgió durante una reunión efectuada en Caracas, y que culminaría con el aterrizaje de Jimmy en la cima del Auyantepuy. En esa reunión, además de Jimmy y Shorty, se encontraba Gustavo Heny -a quien hoy debemos el presente recuento- pues la habían interesado en el proyecto. Cuando hablaron de la caída o salto, él (Heny) preguntó qué nombre tenía, quedándose ambos (Jimmy y Shorty) sin saber qué responder, pues no existía un mapa de la región, y el que ellos levantaron tampoco le habían puesto nombre. Fue Heny quien sugirió el nombre de Angel, utilizando el apellido de Jimmy, su descubridor y quien lo diera a conocer.

ATERRIZAJE EN EL AUYANTEPUY

Este nuevo grupo, con la inclusión de Gustavo Heny y de Miguel Delgado, se trasladó en compañía de Jimmy y su esposa María, al sur del Auyantepuy. En una sabana, donde Angel solía aterrizar, se levantó un campamento que les serviría de base de operaciones, toda vez que Jimmy insistía que, en ese cerro muy cerca de él, se encontraba el tan buscado sitio.

Vuelos y más vuelos de reconocimiento, y las investigaciones por tierra de Heny y Delgado, proseguían sin descanso. Gustavo escaló la meseta del Auyantepuy en dos ocasiones, adentrándose cada vez más hacia el lugar que Jimmy parecía ahora reconocer, pero no le fue posible llegarse hasta él por la dificultad de bajar por un farallón de unos 1.200 pies de altura que divide la meseta del Auyantepuy.

Al divisar la sabana y aun cuando su conformación era igual a la otra, llegó al convencimiento de no haber dado con el sitio. ¿Por qué? El terreno era extremadamente suave, cubierto en su mayoría por capas vegetales, aún no asentadas, y entre las que crecían helechos y maticas "en forma de mogoticos", sobre los cuales había que pisar forzosamente, so pena de hundirse hasta la rodilla en el fango.

Cuando Heny bajó de la segunda exploración, en cuyo viaje invirtió 15 días, recibió una sorpresa: Jimmy había regresado de un vuelo a Ciudad Bolívar, y con el avión cargado de bastimento, había sobrevolado la meseta y hecho un toque de ruedas, mostrándose satisfecho de haber hallado terreno firme. Sólo esperaba el retorno de Gustavo para informarle de ello y proceder de inmediato a realizar el proyectado aterrizaje.

Gustavo Heny, al conocer la nueva, trató de disuadir a Jimmy de iniciar el vuelo inmediatamente, y le pidió un prudencial lapso de espera de unos 12 días, a fin de subir nuevamente a pie y demarcarle el lugar de aterrizaje. Pero Jimmy Angel le respondió que de lugares de aterrizaje él sabia más que Gustavo; además, todo estaba bien y era el momento tan esperado de despejar la incógnita del sitio, en cuya búsqueda llevaba tres años y sus ahorros ya estaban totalmente invertidos...

Pese a todo, la insistencia de Heny logró su propósito, pero sólo en cuestión de horas, y convinieron partir al día siguiente en la mañana. En aquel decisivo momento el reloj marcaba las 2 p.m. del 8 de octubre de 1937, y cargar el avión les llevaría algún tiempo.
¿Era lógico todo aquello? Entre Gustavo y Jimmy existía una ilimitada confianza en lo que cada cual había tomado bajo su responsabilidad, y en esa ocasión Jimmy le dijo: estoy seguro de que puedo aterrizar, y de que si algo pasa... tú nos traerás al campamento.

Gustavo, por su parte, confiaba en la pericia y conocimientos del arriesgado piloto. Aquello, aparentemente, reducía los riesgos de la aventura...

Se aligeró el avión de todo aquello que no era imprescindible, incluyendo la gasolina, de la cual sólo se dejó en los tanques la suficiente para ida y vuelta, -vuelos que no tomarían más de un cuarto de hora en cada sentido- se colocó una tiendita de campaña, un rollo de mecate de 80 metros de largo y suficiente comida para 15 días, tiempo éste que, en carta a su hermano en Caracas, había estimado Gustavo para cualquier eventualidad. Desde hacía un mes se venía considerando la posibilidad de un aterrizaje en el Auyantepuy.

De acuerdo a las indicaciones de Jimmy se colocó el mayor peso hacia la cola, inclusive el correspondiente a cada pasajero. Así la distribución recayó en: Gustavo, en el último asiento, y luego Miguel, María y Jimmy...

Aclaró el día 9 de octubre de 1937 y todo estaba dispuesto. El despegue se efectuó sin tropiezos, a las 11 y 20 a.m., llegando a los 15 minutos a la meseta, la cual sobrevolaron por escasos minutos antes de proceder al aterrizaje. No podía ocultarse la emoción que embargaba a los osados presentes ante la gran incógnita de posarse sin dificultades en el Auyantepuy.

Tan dispuesto iba Jimmy a efectuarlo, que una vez alineado el avión con la supuesta pista y de que el terreno lucía propicio, cortó motor, magnetos, y todos los switches fueron pasados a off; la suerte estaba echada... El "Flamingo" dócilmente comenzó a rozar la superficie con sus tres ruedas (en posición perfecta de un aterrizaje de tres puntos) y dejando una huella con sus cauchos entre los mogoticos de hierba, pero cada vez más profundas a medida que crecía la velocidad y las alas perdían su sustentación. Todos guardaban un elocuente silencio hasta que se oyó una voz. Era la de Gustavo Heny, quien desde el fondo de la cabina gritaba:
Pull-out Jimmy... pull-out...

Coincidió la alerta con un pequeño salto del avión antes de caer en un terreno más blando aún, y esto trabó su tren delantero y con la inercia levantó la cola hundiéndose el morro hasta el eje del motor y quedando en esa posición, como si dijera:
Auyantepuy, ante ti me rindo...

Eran las 11 y 45 a.m.

Dentro de la cabina se produjo cierta confusión, pues se rompió el "cinturón de seguridad" de Gustavo Heny, que era de mecate o cabuya. Su larga humanidad (1,90 metros) pasó entre Miguel y María, yendo a caer a horcajadas sobre Jimmy, donde, con el volante y el panel de instrumentos, quedaron incómodamente trabados.

A instancias de Jimmy, María y Miguel saltaron del avión, mientras él y Gustavo salían (prácticamente gateando) por la puertecita delantera, pues aunque con poca gasolina, ésta se filtraba por una de las alas que servía de apoyo al avión en tan incómoda posición. Afortunadamente no se produjo fuego en el avión, debido a las precauciones tomadas por Jimmy, y aparte del susto al ocurrir el accidente, los cuatro pasajeros se encontraban sanos y salvos. Constatando esto, su primera labor fue enderezar el avión utilizando el mecate que llevaban, lo ataron a la cola y tiraron de él.

El examen preliminar de la nave reveló la ruptura de una tubería del radiador del aceite del motor y una pequeña abolladura en el ala izquierda, lo cual hubiese sido fácil de reparar. Donde estribaba la mayor dificultad, y que no estaba entre sus posibilidades, era el sacar el avión del atolladero, pues se encontraba asentado sobre el fuselaje con su tren de aterrizaje completamente enterrado en la blanda superficie.

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