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Miércoles, 03 de Abril de 2013
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José María Vargas

   

(Miércoles, 10 de Marzo de 1786)

José María Vargas

Eminente médico, humanista, sabio, escritor, orador, investigador científico, José María Vargas se ha convertido en el símbolo del Poder Civil en Venezuela, en una época en que los Generales y los Coroneles pretendían el ejercicio del Gobierno en compensación a sus servicios militares durante la Guerra de Independencia.

José María Vargas nació en La Guaira el 10 de marzo de 1786. A los 16 años ingresa al Seminario Tridentino de Caracas, donde estudia cuatro años y obtiene el grado de Bachiller en Filosofía (1803); en 1806 es Maestro de Artes; en 1808, apenas se gradúa de doctor en Medicina, viaja a Cumaná para ejercer allá su profesión. En esta tierra oriental le sorprende el 19 de abril de 1810. Cuando el terremoto de 1812 ya está de nuevo en La Guaira. A la caída de la Primera República Vargas es sometido a prisión en los calabozos de La Guaira.

En 1813, al llegar Bolívar a Caracas, lo liberta y Vargas se traslada a Europa, donde perfecciona sus conocimientos y los aumenta. A los estudios de Medicina, Astronomía, Física, Cánones, Lenguas vivas y muertas, agregó los de Oftalmología, Anatomía, Patología, Tocología, Mineralogía, Botánica y Química. En suma, un sabio.

De Europa pasa a Puerto Rico, donde permanece hasta 1825, cuando regresa a Venezuela. Al año siguiente funda la Cátedra de Anatomía en la Universidad de Caracas, dando clases gratuitamente.

Como político fue un modelo de virtudes. En el Congreso de Valencia fue una de las voces solitarias que se alzaron para defender la integridad del Libertador.

Presentado como candidato a la Presidencia de la República, repetidas veces renuncia, pero sus amigos, conscientes de la capacidad y magnanimidad de Vargas, insisten en inscribirlo. Obtiene mayoría de votos en las elecciones y esto lo desazona. El 9 de febrero de 1835 presta juramento como Presidente de la República. En abril ya aparece renunciando y en julio de ese mismo año de 1835 estalla la Revolución de las Reformas, cuando la insolencia de Carujo pretende imponerse a la razón y a la justicia. Vargas es expulsado del país, pero Páez lo repone en el mando.

Sin embargo, será por poco tiempo. El 14 de abril renuncia definitivamente. Es el año de 1836. Se retira a sus quehaceres vocacionales: la ciencia y la educación. En 1842 preside los actos del traslado de los restos del Libertador desde Santa Marta a Caracas. En 1853, enfermo, viaja a Nueva York, donde muere el 13 de julio de 1854. Sus restos mortales están en el Panteón Nacional, donde Vargas es permanente ejemplo de virtudes cívicas.

Como un homenaje permanente a su memoria, el Municipio donde nacio se llama «Vargas» desde 1987. También los médicos celebran su día el 10 de marzo de cada año.

GOBIERNO DEL DR. JOSE MARIA VARGAS

 

La primera fricción importante de Paéz con sus sostenedores socio-políticos: el mantuanaje del centro del país, los exrealistas y canastilleros y los militares, se produce con motivo de las elecciones de 1834 para escoger a su sucesor constitucional.

José Antonio Páez prefería a un militar identificado con él y su obra, un hombre de tacto, con larga experiencia administrativa y buena imagen entre los civiles, considerado buen diplomático, austero, sereno y serio, entre otras cualidades; pero sobre todo una figura del "círculo de los fundadores de la patria"; ese hombre era el General Carlos Soublette.

El grupo del mantuanaje del centro del país, los exrealistas, comerciantes (canastilleros), los jóvenes de "la sociedad" y estudiantes de la Universidad, preferían al ilustre médico José María Vargas, al cual consideraban adornado de virtudes tales como la de ser un científico egresado de la Universidad caraqueña, con post-grado en Gran Bretaña (Edimburgo) y larga práctica en Puerto Rico y Venezuela. Un ilustre civil, sabio y emprendedor de obras de aliento progresista, como la "sociedad económica de amigos del país". Así sectores civiles del país aprovechaban la división reinante entre los militares para presentar una alternativa de gobierno civil.

Los enemigos del sabio Vargas no le discutían sus méritos científicos, pero le "echaban en cara" el haber emigrado en 1813 (después del regreso de Bolívar a Caracas) y haberse residenciado en Puerto Rico (1817-1825) después de sus estudios en Edimburgo (1814-1817); alegaban además que éste dejó en Puerto Rico a su familia y sus bienes, regresando a su patria cuando la paz ya estaba asegurada (1825) para ser nombrado catedrático de la Universidad de Caracas en 1826 y Rector en 1827 (electo por el claustro) después de las reformas realizadas por Bolívar el año 27.

El tercer postulado que entró a disputar la presidencia fue el General Santiago Mariño, candidato de sectores militares (bolivarianos y antibolivarianos), y de personalidades del oriente del país básicamente; pero sobre todo, candidato de los enemigos de la postulación de Soublette a la que se consideraba continuista y paecista y más aún enfrentadas a la candidatura de Vargas a quien consideraban un civil advenidizo y sospechoso de emigrado realista. Para ese momento, sostenían los "mariñistas" era necesario que el jefe del país saliera del "círculo de los fundadores de la patria", que eran los escogidos o llamados a preservar el precario orden recién constituido.

La candidatura del Dr. Vargas fue objeto de una violenta oposición por parte de los militares que apoyaban a Mariño. Según este sector a los militares les correspondía el derecho exclusivo de gobernar el país, por haber sido ellos, según pretendían, quienes conquistaron la independencia en los campos de batalla.

"En 1834 temían los militares que la República se convirtiera para siempre en una organización puramente civil, perdiendo ellos de este modo el derecho de dirigirla que creían haber adquirido en las guerras de Independencia."

Por su parte los seguidores del Dr. Vargas defendían el derecho de los civiles a ejercer el gobierno. Alegaban que los militares debían volver a los cuarteles, ser garantes de la constitución y defensores de la soberanía, lo cual constituía su verdadero papel en la república.

Desde un principio sólo estos tres candidatos atrajeron la opinión mayoritaria del país. Sin embargo, la candidatura de Mariño se convirtió para los partidarios de Vargas y los de Soublette en el principal enemigo a eliminar en la elección.

Fue así que cuando el Congreso en febrero de 1835, procedió a perfeccionar la elección hecha por los colegios electorales de las provincias, sobre la base de los tres candidatos más favorecidos, en las primeras rondas algunos partidarios de Vargas (por instrucciones secretas) votaron por Soublette de manera que la elección se limitara a Vargas y Soublette, quedando Mariño de esa forma descartado.

La aparente imbatible candidatura Mariño perdió la elección por no alcanzar las dos terceras partes en los colegios electorales. Lo cual se logró anulando los votos de la provincia de Cumaná; todos mariñistas y llevando a cabo la maniobra parlamentaria señalada antes.

Los mariñistas quedaron hondamente resentidos de haber perdido a manos de un civil sin experiencia política y nulo pasado heroico que además insistió hasta el final ante sus partidarios para que no lo eligieran.

Desde la campaña electoral y la subsiguiente derrota política, los mariñistas pronosticaban terribles conflictos para el país en caso de ser favorecido Vargas y no Mariño por el voto nacional.

DERROCAMIENTO DEL PRESIDENTE VARGAS

 

No obstante la dura oposición militarista, el Dr. Vargas fue elegido Presidente de la República para el período 1835-39. Pero los caudillos militares que se habían opuesto a su candidatura, comenzaron a conspirar contra él y prepararon un golpe militar que estalló en Caracas en julio de 1835, a los cinco meses de haber asumido el Dr. Vargas la presidencia. Tomaron parte en este movimiento militar, conocido como "Revolución de las Reformas", entre otros, los generales Santiago Mariño (candidato derrotado), Diego Ibarra, Justo Briceño, Pedro Briceño Méndez, Pedro Carujo, José Laurencio Silva. Los alzados controlaron la situación en Caracas, detuvieron al Presidente y al Vicepresidente y los expulsaron del país. Al pronunciamiento de los militares de Caracas, se unió el General José Tadeo Monagas en el oriente, y al igual que en 1831, proclamó la unión de la Gran Colombia, el régimen federal, el fuero militar y eclesiástico, y que los empleados públicos estuvieran en "manos de los fundadores de la libertad y antiguos patriotas", esto es, según ellos, los militares.

El derrocamiento del Presidente Vargas. (Los Hechos)

 

"Una compañía al mando del Capitán Julián Castro se formó a la puerta de la casa de Vargas, con orden de no dejar entrar ni salir a nadie sin permiso de los revolucionarios. En las primeras horas de la mañana va a conferenciar con el cautivo Presidente el nuevo General Carujo. Es clásica en las tradiciones venezolanas la entrevista de este rebelde de oficio y el austero Presidente que se veía ahora secuestrado por la soldadesca. Empéñase Carujo en demostrarle que el único medio de evitar la guerra civil es renunciar a la Presidencia, alegando que el Gobierno estaba de hecho vencido, que los hechos son la fuente del derecho y la revolución el origen de todo gobierno, y que el hecho del 8 de julio iba a ser el derecho del día siguiente...Vargas opone a la brutal franqueza del soldado la calma entera del filósofo, y le contesta que el poder que está ejerciendo no es renunciable sino ante el Congreso, ni reconocerá nunca el Presidente de la República la autoridad de una revolución a mano armada.

¡Señor Doctor! –grita Carujo- El mundo es de lo valientes.

 

¡Señor Carujo! –replica Vargas- El mundo es del hombre justo y honrado."

Al producirse el cuartelazo, el Presidente Vargas nombró a Páez Jefe del Ejército frente a los alzados que a su vez habían designado a Mariño como Jefe Superior de la revolución. Páez que se encontraba en uno de sus hatos en el Guárico, movilizó sus tropas hacia Caracas (los caudillos militares tenían sus propias fuerzas, formadas a menudo por los peones de sus hatos y haciendas), y se pronunció en favor del Presidente Vargas. En el camino sumó a sus fuerzas las de algunos jefes alzados en el centro y entró a la ciudad evacuada poco antes por los revolucionarios. Páez declaró restablecido el gobierno legítimo y, mientras regresaba del exilio el Dr. Vargas puso al frente del gobierno al General José María Carreño en su carácter de Presidente del Consejo de Gobierno. Luego optó por negociar con los alzados a los cuales, como en 1831, ofreció indultos y les garantizó sus grados militares y Propiedades a cambio de que se sometieran al gobierno y reconocieran su autoridad. En agosto del mismo año el doctor Vargas regresó al país y reasumió la presidencia hasta marzo de 1836, fecha en la cual renunció y se separó definitivamente del gobierno, dejando encargado al Vicepresidente Andrés Narvarte. Cuando terminó el periodo de éste, en enero de 1837, se encargo de la presidencia, una vez más, el General Carreño hasta el 20 de mayo, cuando habiendo sido electo Vicepresidente el General Carlos Soublette, asumió la Presidencia y la ejerció como encargado hasta que terminó el período en 1839.

La insurgencia militar contra el Presidente Vargas constituyó el hecho decisivo en este accidentado período constitucional. La lucha entre los caudillos militares se había impuesto y fracasaba el efímero ensayo de gobierno civil. El propio Presidente Vargas poco antes de asumir el gobierno, había denunciado a "los hombres que han creído que, Venezuela es su patrimonio", refiriéndose a los caudillos militares que negaban a los civiles el derecho a gobernar y se disputaban entre ellos la dirección de la nueva República.

No obstante haber fracasado la revuelta, el Presidente Vargas no pudo terminar su período por falta de apoyo de Páez, quien pretendía, sin lograrlo, que el Dr. Vargas sirviera a sus fines políticos. El triunfo sobre los alzados no sirvió, pues, para afianzar al Presidente constitucional, sino más bien para fortalecer a Páez como caudillo. Estaba en juego en aquellos momentos la jefatura que Páez venía ejerciendo desde 1826. De haber triunfado la Revolución de las Reformas, Páez habría sido desplazado como caudillo principal por Mariño o Monagas. Esta circunstancia lo determinó a oponerse a los revolucionarios en la certeza de que su éxito lo afianzaría en el mando de la república. El triunfo le permitió, pues, apartar temporalmente a sus rivales militares y al mismo tiempo deshacerse del Presidente Vargas cuyo alto cargo pasó a ocupar el General Soublette, precisamente el candidato de Páez derrotado en las elecciones de 1834.

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