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Viernes, 20 de Septiembre de 2013
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Leonardo De Vinci: La Actividad Científica

   

LA ACTIVIDAD CIENTÍFICA DE LEONARDO EN MILÁN

En este período milanés comienza la actividad científica sistemática de Leonardo. Se propone escribir tratados que tendrán por objeto la mecánica, la arquitectura, la anatomía de los caballos, a la par que comienza a reunir apuntes para su Tratado de la pintura. El trato frecuente con los sabios que acuden a la corte de Ludovico le sirve, sin duda, de estímulo. Conservamos indicios de sus intereses prevalecientes en este período. Anota en los Cuadernos toda una serie de títulos de libros que le interesan y que se propone tratar de leer: desde un Algebra hasta el comentario a la perspectiva de Peckam de Fazio Cardano, desde el Acerca de los cuerpos pesados aristotélico hasta libros sobre el agua ....

Pero tuvo sobre todo gran importancia la amistad qué unió a Leonardo con el sutil, geómetra Fray Luca Pacioli, llegado de Urbino en 1496. Para él grabó las planchas de La Divina Proporción. Sin embargo, si bien Leonardo realiza algunas contribuciones considerables al progreso de la geometría (centro de gravedad del tetraedro), es sobre todo como maestro de la ciencia instrumental por lo que se impone a la admiración de las generaciones posteriores. El descubrimiento y la publicación de los cuadernos en el siglo XIX llevó a multitud de exégetas entusiastas a celebrar en Leonardo, no solamente al inventor de máquinas radicalmente nuevas, sino también al magnífico iniciador de la ciencia positiva moderna. Sin llegar a rechazar estos elogios tan exultantes, es necesario reducirlos a sus justas proporciones. Es menester disipar un primer equívoco: la ciencia de Leonardo no tiene nada que ver con lo que se llama ciencia a partir del siglo XIX es decir, una sistematización de los resultados obtenidos con métodos codificados y cuya sucesión cronológica va acompañada por una integración lógica. En este sentido, pues, Leonardo no fue un científico, mientras que sí lo fue Galileo.

No obstante ello, se ocupó -y con entusiasmo- de problemas que pertenecen al dominio de, la ciencia, a la par que se proclamó expresamente y en muchas oportunidades, discípulo de la experiencia.

Leonardo, como tendremos repetidas ocasiones de señalarlo, no dominaba el lenguaje científico de sus contemporáneos; al parecer, experimentó algunas dificultades para formular relaciones abstractas y universales, y prefirió decididamente la éxpresión gráfica, que constituía su genuina metodología científica. Lo poco que había aprendido de las concepciones medievales lo trabó y lo estimuló al mismo tiempo, en su apasionado estudio de la naturaleza. Era afín a él el gran tema neoplatónico de la unidad del macrocrosmo y el microcosmo, e hizo espontáneamente, de la búsqueda de analogías, la clave de sus investigaciones; pero estas analogías son esencialmente, para él, de orden formal y deben ser buscadas, expresadas y trasmitidas por medios gráficos.

No nos asombre, pues, verlo aplicarse con ardor a la invención de mecanismos que reproducen la naturaleza orgánica. Su técnica es, ante todo, imitación de la tecnología del universo. En sus fragmentos Sobre el vuelo de las aves, ¿no dice acaso que la "ciencia instrumental o mecánica" es "nobilísima y utilísima sobre todas las otras, ya que gracias a ella todos los cuerpos animados que tienen movimiento realizan todas sus operaciones"? Por lo demás, independientemente de toda metafísica, la naturaleza se ofrecía a la contemplación de nuestros antepasados como un receptáculo de modelos animados y un escenario de fuerzas enormes. Es necesario reconocer a Leonardo el mérito de haberse aplicado con pasión a la definición gráfica de los mecanismos animales que puede representar una etapa del camino del hombre hacia el dominio del universo. Refutando implícitamente la advertencia de Aristóteles acerea de la imposibilidad de renunciar a trabajadores humanos, y por tanto a la necesidad de los esclavos, Leonardo multiplica los proyectos de aparatos ingeniosos diseñados directamente según las estructuras naturales o formados por la combinación de mecanismos elementales cuyo modelo ofrece la naturaleza. Algunos de los aparatos ideados por él son, en efecto, realizables y funcionales: es indudable que poseía una intuición penetrante para todo lo que concierne a las máquinas; pero también es cierto que muchas de las maquinarias, que propone fueron concebidas anteriormente, y se lo ve repetir errores tradicionales; por ejemplo, cuando presenta un modelo de escafandra, con ingeniosas mejoras, pero incapaz de funcionar correctamente por no tomar en consideración la presión hidrostática exigida por la inspiración de aire comprimido. La definición de la presión estática de los fluidos, excedía, evidentemente, el ámbito de los conocimientos físicos de su tiempo. Si algunas de sus invenciones desembocan en un visionarismo técnico, quedará siempre en pie el hecho de que Leonardo fue un prodigioso experto en mecanismos, engranajes, piñones, infinitos tipos de tornillos, ruedas dentadas, linternas (un tipo especial de piñones), palancas, soportes, poleas, rieles, cremalleras, etc., son todos elementos que combina con soltura en sus sorprendente máquinas. Conoce perfectamente los sistemas de trasmisión y multiplicación, acopla la biela a la manivela y distribuye a voluntad la fuerza y la velocidad entre los ejes, gracias a engranajes de proporciones variables. Si no inventó, y quizás ni siquiera conoció, el regulador de pesas de Francesco di Giorgio, en cambio se le debe -al parecer- la idea de la suspensión formulada por Cardano y la de la polea. Finalmente, fue sin duda uno de los primeros en concebir la automatización de máquinas complejas; ideó un dispositivo para suspender el movimiento de una máquina para hilar la seda en caso de ruptura accidental del hilo, y proyectó una máquina para tejer. Todos estos ejemplos recordados rápidamente muestran en Leonardo singulares aptitudes de ingeniero, que en el ambiente histórico en el cual vivió no hallaron quizás las "ocasiones" para ser valorados. En una sociedad de tipo artesanál, él no parece más que un mecánico visionario, cuya obra es presa también, por su atractivo, de quien va en busca de precursores.

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