Efemérides Venezolanas
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Jueves, 19 de Septiembre de 2013
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Leonardo De Vinci: Adoración de los Reyes Magos

   

Si bien es cierto que Leonardo, antes de abandonar Florencia había adquirido ese particular desapego con respecto de los conocimientos de sus contemporáneos y esa conciencia del poder universal del artista, es posible advertir su impresión en la Adoración de los Reyes Magos, que dejó inconclusa antes de trasladarse a Milán a raíz de la carta en la que habla de "cambiar de aire" para desplegar allí, a su manera, los frutos de una educación toscana. En esta obra, Leonardo elige un camino original, al menos en cuanto se refiere a su sistema de estudio de los asuntos intelectuales. En resumen, quiere que también la problemática de la pintura vuelva a ser pensada en cada momento.

Encargaron el cuadro, en 1481, los monjes de San Donato en Scopeto. En 1478, Leonardo trabajó de lleno en una Adoración de los Pastores que se le había encargado para la capilla de la Señoría; también de esos años son, según se cree, algunos dibujos para las Natividades. La gran composición de los Reyes Magos, que quedó inconclusa, pondrá fin a todos estos estudios. En la serie de dibujos preparatorios, la fábula de la adoración de los pastores se transforma poco a poco en la adoración de los Reyes Magos. Abandonando los cánones habituales del arte florentino, Leonardo descubre su universo personal y las formas capaces de expresarle. Sin duda, encontró en esa composición la ocasión para afirmar su madurez estilística, renovando un tema común. "El problema de fondo consistía en combinar los dos principios, el matemático y el fisionómico, extrayendo el máximo de emoción de un orden y simetría lo más rigurosos posibles." El tema está contenido en un dibujo en perspectiva, con las ruinas en segundo plano. La composición sigue un esquema muy nítido: la Virgen y los adoradores están en un triángulo inserto a su vez en un arco de círculo que reproduce el fondo; cuatro verticales, los dos ángulos hacia el vértice del triángulo y los dos personajes, de pie en los extremos, dan estabilidad a las figuras en movimiento. La intensidad fisonómico se da a través de un conjunto de gestos que Leonardo convertirá, en el Tratado, en el fundamento de la pintura. Además dedica muchos estudios a estos "movimientos corporales" que utilizará en sus obras futuras. El análisis geométrico pone de relieve el sentido dramático del episodio. El homenaje simbólico de la doctrina y de la ciencia a una fe renovada está expresado claramente en la concentración del grupo principal. La iluminación, que presenta su punto de apoyo en la Madre y en el Niño, se propaga por oleadas a los personajes en adoración, cuyos gestos, lineamientos y rostros se corresponden y se reclaman unos a otros como en un indefinido juego de espejos. De este modo, la adecuación de la obra al tema se revela inmediatamente a través de un juego rítmico. En cuanto al significado alegórico, éste participa del razonamiento de la obra. El fondo del cuadro traduce evidentemente la inquietud del espíritu que habita las suntuosas ruinas de la inteligencia. Las dos figuras de pie en los dos extremos son más enigmáticas. El personaje en meditación, cuyo perfil se precisa en los diseños preparatorios, encarna la reflexión filosófica y corresponde a la figura del joven caballero que parece indiferente a la escena. No son retratos ni símbolos. En este contraste entre la juventud y la madurez, entre la inteligencia activa y la pasiva, Leonardo ha querido representar la dualidad de su espíritu, como lo hacía inconscientemente en los dibujos de perfil de sus Cuadernos. Él lo niega, pero sin embargo el arte de Leonardo no está constituido por el descubrimiento de formas nuevas, sino por el perfeccionamiento de motivos y tipos que pueblan e informan su imaginación creadora. La Adoración es como una obertura musical a su obra, como una exposición de temas que luego desarrollará.

En el contrato con los monjes de San Donato, Leonardo se había comprometido a terminar la obra dentro de los treinta meses siguientes. Se sabe que los pagos cesaron el 28 de setiembre. Sin duda, el cuadro se encontraba tal coma lo vemos ahora. Algunas partes están en la sombra; algunas cabezas y algunas manos no tienen cuerpo. La figura central de la Virgen está apenas esbozada. Los personajes, innumerables, aparecen y desaparecen en un abrir y cerrar de ojos; en resumen, es un vasto escenario en el cual los actores se disuelven caprichosamente como en un sueño. Completarlo habría sido un riesgo. Inconclusa, la Adoración es una de las obras más revolucionarias de fines del siglo XV. Nunca, hasta entonces, se habían materializado en la pintura intuiciones tan frágiles y lejanas.

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