Gandhi Mohandas Karamchand: La Experiencia Londinense

Terminada la "escuela secundaria", el joven Mohandas fue enviado al "Salmadas College" de la Universidad de Ahmedabad. Pero la insuficiente preparación con la que llegó al mismo no le permitió seguir los cursos con provecho. Apenas transcurrido un trimestre, volvió a su casa. Un amigo influyente de la familia sugirió a la madre y a los hermanos (el padre había muerto en el ínterin) enviarlo a Londres para completar su educación. En un principio, la madre y el tío, que era el jefe de la familia, se mostraron poco favorables. Una larga permanencia en el exterior significaba casi seguramente la pérdida de la casta, pues era prácticamente imposible evitar la promiscuidad con los sin casta (como son todos los europeos) y observar las prescripciones rituales. Pero finalmente, el deseo de dar al joven una educación europea que lo calificaría para suceder al padre en la corte de Rajkot, hizo desaparecer todos los escrúpulos. El 4 de setiembre de 1888 Mohandas se embarcó en Bombay, a pesar de que el Consejo de su casta lo amenazó con excluirlo.

En Londres, donde pasó poco menos de tres años realizando el aprendizaje prescripto en el "Temple" y donde obtuvo por último la habilitación para ejercer la profesión forense, Gandhi se descubrió a sí mismo. El encuentro con la sociedad occidental fue para él -como para tantos otros líderes indios- una experiencia decisiva. En un comienzo lo fascinó la tónica de la vida londinense. Superando una morbosa timidez que durante casi toda la duración de la travesía lo hizo permanecer encerrado en la cabina, se esforzó por incorporarse a dicha vida.

Tomó costosas lecciones de dicción (su inglés siempre fue pésimo), de francés y hasta de violín y de baile. Las fotografías de la época nos lo muestran atildado, a la moda londinense de aquel entonces, con un cuello duro altísimo. En una fotografía de 1890 aparece de frac. Cuando se lo invita a cenar, sufre por tener que rechazar manjares no vegetarianos; pero antes de partir juró a la madre abstenerse de carne, alcohol y evitar las mujeres. Más aún, se avergiienza de ser casado y padre a los diecinueve años, y deja que lo crean soltero. Mediante la preocupación por los detalles externos, trata de asumir el aspecto de un gentleman británico.

Pero gradualmente despierta a la realidad. Siente oscuramente que persigue fantasmas y que no es ni será nunca un inglés ni un gentleman. Prevalece en él la necesidad de una mayor sinceridad, que armonice mejor la vida externa con su vida interna. Abandona la pensión en la cual habita, se reduce a una sola habitación, compra una estufa y cocina él mismo en ella la primera colación y la cena, compuesta de una taza de cacao y pan. Se sumerge en el estudio del derecho. En las horas libres se dedica a algunas lecturas de temas religiosos. En Londres lee por primera vez y en la versión inglesa de Sir Edwin Arnold el episodio del Mahâbhârata* llamado Bhagavadgîtâ, el Canto del Beato, quizá la más venerada de las escrituras sagradas hindúes, que debía ejercer una enorme influencia sobre toda su vida posterior. Según lo que escribe en su autobiografía, esa lectura le produjo una enorme impresión. Sobre todo lo conmovieron estos versículos de la segunda lectura: "Cuando el hombre dirige su atención a los objetos de los sentidos, se aferra a ellos; de esta afección nace en él el amor, del amor la ira, de la ira la perturbación del juicio, de la perturbación del juicio la agitación de la memoria, y de la agitación de la memoria la extinción de la luz del espíritu, y de la extinción de esta luz perece."

Después de la Gîtâ**, leyó La luz de Asía, del traductor de la primera, Sir Edwin Arnold, que despertó en él cierto interés por la teosofía. Asistió también a una sesión de la Sociedad Teosófica, donde conoció a Annie Besant. El libro de ésta, Cómo llegué a la teosofía, no lo convence. Ambos se encontrarán en la India a la cabeza del movimiento nacionalista. Pero sus concepciones fueron siempre diversas. Gandhi se negó cortésmente a adherirse a la Sociedad. Pero continuó con sus lecturas religiosas. Se dedicó a la Biblia. El Viejo Testamento no despierta su interés. Pero el Nuevo Testamento lo fascina; especialmente el Sermón de la Montaña: "Mi mente joven tendía a unificar las enseñanzas de la Gîtâ, la Luz de Asia y el Sermón de la Montaña. Experimentaba vivamente la idea del renunciamiento como la forma más elevada de la religiosidad." Leyó también el capítulo sobre Mahoma de Los héroes y el culto de los héroes, de Carlyle. No todo le resulta claro y fácil, pero persiste, atraído por una creciente curiosidad hacia las diversas experiencias religiosas. Mientras indaga dentro de sí, lleva una vida cada vez más retirada; a esto también lo induce, tanto su gran timidez como la ardua labor que lo ocupa todo el día para preparar los exámenes. Fuera del círculo de los estudiantes indios en Londres, tiene contactos esporádicos y superficiales: un alto prelado, el cardenal Manning; un miembro influyente del partido Conservador, protector de los jóvenes indios en Londres, Federico Pincutti; una vieja señora a la que conoció en una pensión de Brighton.

Así, los tres años transcurridos en Londres fueron para Gandhi años de lenta e inconsciente maduración. El tímido muchacho provinciano, con pretensiones de elegancia y dedicado exteriormente a incorporarse a la sociedad londinense, parece muy lejos del Mâhâtma al que las multitudes indias adorarán más adelante. Sin embargo, es justamente en Londres, a millares de kilómetros de su pueblo, en una sociedad cerrada -a pesar de sus esfuerzos-, extraña y a menudo fríamente hostil hacia él, donde percibe, por contraste, la necesidad de una vida más simple y más auténtica, donde se ve inducido a mirar dentro de sí mismo, donde tiene la revelación de una exigencia profundamente religiosa de su espíritu y donde siente que pertenece a un mundo distinto y antiguo. Por ello, una vez obtenida su habilitación para el ejercicio de la profesión de abogado, abandona Inglaterra sin mucha pena, en junio de 1891.

Al volver a la India, lo esperan infaustas nuevas. Su madre ha muerto hace algunos meses. Los miembros de su casta lo han excluido de ella. La profesión legal en Rajkot no rinde bastante como para permitir a Gandhi recompensar a sus hermanos, quienes han realizado sacrificios financieros para enviarlo a Londres. Gandhi se traslada a Bombay. Pero tampoco aquí la profesión es muy remunerativa. En compensación, traba íntima amistad con el joyero, poeta y filósofo Rajchandbhai, quien -afirma Gandhi- junto con Ruskin y Tolstoi fue el hombre moderno que mayor influencia tuvo sobre él. Después de un tiempo, Gandhi se ve obligado a volver a Raikot. Aquí tiene su primer conflicto con un funcionario inglés, al que se había dirigido para defender a su hermano de una acusación.

El funcionario lo trató altivamente y, fastidiado por su insistencia, lo echó. Fue para él un gran golpe. Como muchos indios educados a la europea, se había hecho la ilusión de que esta educación lo colocaba en un pie de igualdad con los europeos. Por ello se indigna, se considera insultado y piensa recurrir a las vías legales. Un prestigioso exponente del movimiento nacionalista moderado lo disuade, y le hace ver que cosas como ésas suceden todos los días. Gandhi no insiste pero acumula en su corazón una gran amargura. Por esta razón, cuando le ofrecen la posibilidad de trasladarse a África del Sur para ocuparse de un complicado asunto legal por cuenta de una casa de comercio de Kathiawar, acepta a pesar de cobrar modestos honorarios.

* Forma parte de los Veda y contiene un poema épico sobre la lucha entre dioses como símbolos del Bien y el Mal.

** Poema sobre el valor de la meditación, los dioses, etc. Forma parte de los Veda.